Una de las cosas más difíciles de emprender es aprender a cotizar y cobrar. Sobre todo para los creativos, si te dedicas a la fotografía, arte o diseño, seguro me entiendes. El problema no está en saber hacer el trabajo, sino en cómo cobrar lo justo. Sin mancharse, ni subestimarte. 

Les quiero contar como cotizo yo (y me ha funcionado) la fotografía para bodas. 

Cuando empecé a dedicarme a las bodas, me preguntaban mucho por paquetes para su evento. Al inicio, solo las cotizaba sin mucha investigación, muy similar a lo que cobraba una sesión de fotos. Despues, creamos paquetes completos en equipo con unos colegas que se dedicaban a hacer el video. Trabajamos mucho en esos paquetes haciendo benchmarking, sacando costos de operación y producción, hasta que logramos definir unos precios con los que estabamos comodos. Incluso, hasta les pusimos nombres ingeniosos relacionados al giro de las bodas. Diseñamos también, unos flyer bonitos con toda la información para que quedara muy claro. 

Todo esto nos sirvió mucho para acercarnos de manera más efectiva a nuestros clientes, sin embargo, no funcionan como esperábamos. Muy pocas parejas se sienten cómodas con los paquetes, siempre faltaba algo o sobraba algo, cada pareja quería hacer su propio Frankenstein de paquet, ¡Y eso estaba bien!. Nos dimos cuenta que, como cada evento y cada pareja, los "paquetes" de boda tenían que ser diferentes. Sí, al inicio resultó frustrante, pero intentar que las parejas se adaptaran a nosotros, solo nos aleja de ellas, terminamos molestos, quejandonos de los clientes y sin contrato.  

Entonces, cuando cree mi propio equipo de fotógrafas, decidí que la cobertura de cada evento sería personalizable, de acuerdo a la necesidad, presupuesto y estilo de cada una.